Enrico Petrillo: "Chiara no era una mujer valiente,
sino tenía la fuerza de Otro”

Aleteia, Artículo de Silvia Lucchetti, 13 de Junio de 2017

Hoy es el aniversario de la muerte de Chiara Corbella, nacida al Cielo en el 2012 a los 28 años por un cáncer a la lengua. He conocido su historia gracias a Tommaso, un amigo mío de Milán, que un día por la tarde me escribió un mensaje: “Si puedes, anda al funeral de esta chica también por mí ”. Junto a estas pocas palabras había un video de Chiara y Enrico, el marido, que hacían un testimonio en una parroquia romana. Así conocí su historia.

Después de la boda en el 2008, Chiara se queda pronto embarazada pero desafortunadamente a la niña le diagnostican, con las primeras ecografías, una anencefalia. Los esposos acogen a María Grazia Letizia con gozo y sólo después de una media hora, la acompañan desde su nacimiento terreno, hasta su nacimiento al Cielo.

Unos meses después, el Señor dona a Chiara y Enrico un otro hijo, un niño, Davide Giovanni, que descubren ser sin piernas y con graves malformaciones  incompatibles con la vida. También en este caso los jóvenes esposos acogen con amor a su segundo hijo y lo acompañan poco después a su nacimiento al Cielo.

El tercero embarazo no muestra problemas, el niño está en buena salud, pero desafortunadamente al quinto mes diagnostican a Chiara un carcinoma en la lengua. A pesar de esta triste noticia esta pareja no se desanima y defiende la vida del pequeño Francesco, aunque esto supone riesgos por la madre, que sólo después del parto empieza a recibir las curas.

Recuerdo todo esto mientras busco al teléfono Enrico, que agradezco por la disponibilidad. Fui yo que lo busqué – espero de no haber sido demasiada pesada – y, mientras su hijo Francesco está durmiendo, podemos hablar.

Hola Enrico, entre las muchas cosas que quería preguntarte, la primera que me gustaría conocer se refiere a la fe.  ¿Chiara ha vivido una particular experiencia de conversión? 

Chiara no ha tenido un momento de conversión, siempre ha sido creyente. Pero hay un momento en la vida de todos, creo, donde la fe crece y tienes que elegir el camino que quieres tomar por tu vida. En ese momento ella ha confirmado lo que ya estaba viviendo. Desde niña, a los cuatro años, iba con la madre a los encuentros de la Renovación del Espíritu, esta se puede decir que es “el aire que ha respirado”, su imprinting. También yo mismo he frecuentado la Renovación pero pertenecía a otra comunidad. La maravillosa e importante experiencia de la Renovación le ha enseñado a tener una relación simple y directa con el Señor. El camino de fe ha crecido también gracias a los frailes de Asís, preciosos sobre todo en el momento crucial de nuestro noviazgo, y el encuentro con don Fabio Rosini, que ha enriquecido nuestra fe más todavía.

¿Cuál ha sido el momento preciso en el cual habéis abrazado la cruz?

Yo y Chiara hemos llorado mucho juntos, pero sinceramente nunca hemos vivido el momento de rechazo de la cruz. El Señor nos ha dado la gracia de ver el camino recto. Desde hace el primer momento, no teníamos que tomar decisiones sino acoger Su Voluntad. Era fatigoso, doloroso, pero sabíamos que allí estaba Él.  No se improvisa ser cristianos, la fe como la vida es un camino, para morir feliz como Chiara hay que ponerse en marcha. En este camino Dios te envía  unas cosas que hay que acoger porqué Él sabe que te las puede pedir, Él quiere tu bien, no te dona una cruz para aplastarte sino para prepararte a algo más, a algo que no puedes imaginar. Nosotros no teníamos dudas que hubiera sido así. Estábamos en una relación con Dios y entonces lo que nos pedía, sabíamos que era bueno para nosotros, porqué muchas otras veces había sido así. Todas las dificultades eran necesarias para hacer un nuevo encuentro con Él.

Ha pasado desde hace poco la Solemnidad de Pentecostés, en la Secuencia Final de “Ven, Santo Espíritu “ decimos: “Dona virtud y premio, dona muerta santa, dona gozo eterno”. ¿Chiara pedía en las oraciones  hacer una muerte santa?

Por cierto. Era una gracia que pedíamos en la oración, nos gustaba mucho la invocación al Espíritu Santo. La muerte santa es el momento de la verdad, cuando estás muriendo estás a punto de hacer este salto, de realizar este paso, y es allí que se ve lo que está en tu corazón. Por eso desde como muere una persona se ve de quien es hijo. El centurión romano, quizás cuanta gente había visto morir en la cruz, pero frente a Jesús ha dicho: “De verdad este hombre era Hijo de Dios”. Yo en mi pequeña experiencia he visto a Chiara, que tenía miedo de muchas cosas, pero no de morir porqué sabía que en la otra parte estaba el Señor que la esperaba, por eso era feliz. Alguien piensa que la muerte santa significa morir sano, pero hay una “t” en el medio que hace la diferencia – san(t)a – una “t” a forma de cruz y es aquella letra que te convierte en santo.

Chiara la imaginamos como una mujer fuerte, valiente…hemos visto muchos videos, fotos, leído muchísimos testimonios…pero nos gustaría “conocerla” a través de tus palabras: ¿Cómo era Chiara?

Para mí era hermosísima. La primera cosa que me impresionaba de Chiara, y que atraía a los demás, era su eleganciaEra una princesa, tenía una postura elegante. Una vez la he presentado a la madre de un amigo mío que me ha dicho: “Enri, ¿dónde has encontrado esta princesa?”. Estos eran los comentarios. Además de la elegancia era una chica simpática, amigable y alegre, una persona de compañía que hacía sentir bien a todos. Chiara no era valiente. Por ejemplo, una cosa estúpida, en la escuela nunca ha levantado la mano para ir voluntaria a un examen, lo contaba a menudo también ella. No era una mujer valiente que quería abordar las cosas, esto no, sino era una mujer de fe. Esto sí. Fe y coraje no son iguales. El contrario del miedo no es el coraje sino la fe. En la fe, la fuerza te la dona Otra Persona, en el coraje eres tú que te das fuerza sólo. Ella tenía la fuerza de Otro.

¿Cómo habéis hecho a quedaros unidos en el dolor?

Yo y Chiara hemos caminado juntos, quedándonos cada uno en nuestro sitio. Chiara se preparaba a morir y Dios le daba la gracia para hacerlo, y a mí donaba la gracia para estar bajo la cruz. Nosotros llorábamos, nos desesperábamos, rogábamos juntos y encontrábamos siempre un refugio en el Señor. ¡Esta ha sido nuestra fuerza! Hemos estados siempre juntos, hemos vivido la gracia del sacramento del matrimonio. En el noviazgo no fue así, una vez casados en cambio hemos recibido la gracia de Dios. Cada uno en su papel ha hecho lo que el Señor le pedía de hacer. Nosotros sabíamos desde siempre que la muerte no tenía la última palabra, el centro de nuestra fe era Jesús que resurge y entonces también nosotros resurgiremos. Toda nuestra vida era en función de esto. Nacemos para nunca morir.

¿Cómo vives hoy vuestra historia?

Yo quiero a Chiara pero en manera diferente, por qué no está físicamente. Sé que cuando estaré en Paraíso, espero de ir al Paraíso, nos reconoceremos. Muchos pero tienen una idea demasiado romántica de la viudez. Cuando mi mujer murió muchas personas me decían: “Tranquilo Enrico, la sentirás cercana, no te faltará”. Yo nunca la he sentido cercana y siempre la he extrañado. Quién me consuela es el Señor. Ruego a Chiara y pienso a Chiara siempre. Francesco, nuestro hijo, se le parece mucho. No pienso a ella con melancolía o nostalgia sino el tiempo cambia el dolor. Además si tu amas de verdad intentas de dejarla ir, yo intento soltar a Chiara, y en efecto soy contento que ella es cada vez más de los demás y un poco menos mía.

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